«Las ilusiones perdidas»

25 noviembre, 2011

Sabéis que el poco tiempo del que dispongo hace que no me exprese en este blog con la regularidad que quisiera y que recientemente ya coloqué una entrada. Pero lo siento, no me resisto a incluir este texto de El País que invita a la reflexión. Una situación migratoria que sufre España, ya al nivel de los años 60:

No se van en trenes con maletas de cartón pero llevan sus bienes más preciados: un portátil, un móvil de última generación regalado por un familiar o conseguido a base de una lucha de puntos sin cuartel. Suelen tomar un vuelo de bajo coste, cazado pacientemente en las redes de Internet. Se van a hacer un máster, o han logrado una mal llamada beca Erasmus que costará a la familia la mitad de sus ahorros. Otras veces van a hacer de au-pair, de auxiliar de conversación, o a cualquier trabajo temporal. La familia va a despedirlos a la puerta de embarque y mientras se alejan disimularán unos su pena y otros su incipiente desamparo. «Es por poco tiempo -se dicen-. Dominarán el idioma, conocerán mundo… Regresarán en pocos meses».

Hasta hace poco era un privilegio de los nuevos tiempos que les permitía gozar de una libertad sin límites, de un mundo sin fronteras, de una capacidad casi infinita de aprendizaje… Hasta que llegó la crisis y la maleta pareció distinta, la espera en la fila de embarque más embarazosa, la despedida más triste y el fantasma de la ausencia definitiva más cercano.

No. No llevan maletas de cartón, ni hay aglomeraciones en el andén de la despedida. No se marchan en grupo, sino uno a uno. Aparentemente nada les obliga. Ha sido una cadena invisible de acontecimientos. Estuvieron allí hace unos años, o tienen una amiga que les ha informado de que puede encontrar algún trabajo con facilidad. No pagarán mucho, eso es seguro, pero podrán ganarse la vida con cierta facilidad… A fin de cuentas aquí no hay nada.

Y se marchan poco a poco, sin alboroto alguno. Un goteo incesante de savia nueva que sale sin ruido de nuestro país, desmintiendo la vieja quimera de que la historia es un caudal continuo de mejoras.

No hay estadísticas oficiales sobre ellos. Nadie sabe cuántos son ni adonde se dirigen. No se agrupan bajo el nombre oficial de emigrantes. Son, más bien, una microhistoria que se cuenta entre amigos y familiares. «Mi hija está en Berlín», «se ha marchado a Montpellier», «se fue a Dubai» son frases que escuchamos sin reparar en el significado exacto que comportan. Escapan a las estadísticas de la emigración porque suelen tener un nivel alto de estudios y no se corresponden con el perfil típico de lo que pensamos que es un emigrante. Quizá en las cuentas oficiales figuren como residentes en el extranjero, pero deberían aparecer como nuevos exiliados producto de la ceguera de nuestro país.

En los tiempos de crisis que detallan cada euro gastado nadie computa los centenares de miles de euros empleados en su formación y regalados a empresarios de más allá de nuestras fronteras con una torpeza sin límites, con una ignorancia sin parangón. Menos aún se cuantifican el esfuerzo de sus familias, las ilusiones perdidas y sus sueños rotos en mil pedazos.

No llevan maletas de cartón, pero componen un nuevo éxodo que azota especialmente a Andalucía, que dispersa a nuestros jóvenes por toda Europa y gran parte del mundo, que nos priva de su saber, de su aportación y de su compañía. Pero, aparentemente nadie se escandaliza por esta fuga de cerebros, lenta pero inexorable, que nos privará de muchos de nuestros mejores talentos. Nadie protesta por esta nueva oleada de exiliados que son una acusación silenciosa del fracaso y de engaño. Se van en silencio por el túnel de embarque en el que les alcanzará la melancolía por la pérdida temprana de su tierra.

No son, como dicen, una generación perdida para ellos mismos. No son los socorridos ni-nis que sirven para culpar a la juventud de su falta de empleo. Son una generación perdida para nuestro país y para nuestro futuro. Un tremendo error que pagaremos muy caro en forma de atraso, de empobrecimiento intelectual y técnico. Aunque todavía no lo sepamos.

CONCHA CABALLERO 02/10/2010, El País


Primeros pasos II (Tarjeta Sanitaria Europea)

22 noviembre, 2011

Ante todo y debido a que  no estoy haciendo honor al sobrenombre de bitácoras que define a un blog, pido perdón por lo descuidada que tengo esta guía/cajón de sastre. Lo cierto es que un nuevo proyecto laboral en el programa de televisión Andaluces por el Mundo, cursos de formación, diferentes eventos de trabajo y el ajetreo diario, han hecho casi olvidarme de esta iniciativa particular.

Dejándonos ya de rodeos, como segundo paso a la anterior entrada billete, tenemos que  hablar sobre una cuestión básica si quieres iniciar tu aventura, la Tarjeta Sanitaria Europea. La TSE no es desconocida para la mayoría, pero para algún despistado haremos una reseña a dos casos particulares:

  • Si eres uno de esos pocos afortunados que tienen trabajo a día de hoy y que por consiguiente colabora con sus impuestos al pago de la Seguridad Social, las vías para solicitar la Tarjeta son sencillas, destacando por comodidad la vía telefónica o incluso la propia Web en el siguiente enlace de solicitud. Los casos más frecuentes suelen ser viajes de placer, traslados laborales o personas que cobran el subsidio por desempleo y que prueban fortuna fuera de sus fronteras; ya que en líneas generales entendemos que pocos son los que emigran teniendo un trabajo estable en su país de origen.
  • Por otro lado existe otra posibilidad, la más extendida entre los jóvenes, en la que tras terminar la formación se sienten con fuerzas (no muchas más posibilidades) para intentar hacer carrera en otro país europeo o simplemente estudiar el tan necesario segundo idioma. En este caso, si no contribuyes con la Seguridad Social , te conviertes en beneficiario. El beneficiario está sustentado por el Titular de Derecho, es decir, tu padre que paga los impuestos por ti.
Dependiendo del funcionario de turno, se te podrá exigir la firma del Titular de Derecho, si por el contrario tiene una buena predisposición, te doy los requisitos exigidos para que os ahorréis un viaje. Tan sólo necesitas:
  1. Llevar tu DNI original.
  2. Fotocopia del DNI del Titular de Derecho del que serás subsidiario.                     Tarjeta Sanitaria Europea
  3. Libro de familia original.
  4. Formulario relleno (este formulario te lo dan al instante y puedes rellenarlo in situ).
  5. Puedes llevar una fotocopia de tu DNI y tarjeta de la SS (esta opción es sólo para precavidos pero no se exige, al menos en mi caso).

La TSE asegura la igualdad en las condiciones sanitarias de los asegurados en países sujetos a dicho acuerdo por una duración máxima de 2 años, según datos On Line.

Espero que la información os sirva de ayuda, saludos.


Desde mi sofá

8 noviembre, 2011

Y mezclando un poco profesión y devoción, dedicación y obligación o simplemente viaje y periodismo; podéis elegir la combinación al gusto del consumidor, me permito el lujo de dejaros una reflexión. Es algo personal pero a la vez debate nacional, en qué se está convirtiendo la televisión de hoy día, yo le daría la vieja pero nunca mejor utilizada acepción de «caja tonta».

LA DECADENCIA TELEVISIVA

Atrás quedaron esos años de anécdotas televisivas en los que la caja tonta era poco menos que una obra del demonio, historias que cuentan los abuelos en los pueblos, en los que más de un lugareño corría despavorido al ver una corrida de toros en el extraño nuevo aparato del vecino. A día de hoy, deberíamos correr de este aparato pero por otros motivos…

Y es que la impresión que da la televisión es de haberse saltado varias generaciones, pasando por las lógicas etapas de nacimiento, crecimiento-desarrollo y decadencia en un abrir y cerrar de ojos. No sólo hablamos de cientos de canales, Full-HD, entradas USB-MOVIE, AMBILIGHT y demás términos innombrables que hace menos de una década nos sonaban a proyectos secretos de la NASA, sino al avance tanto en continente como en contenido. La única pega, el fugaz paso a la depreciación de dicho contenido.

Nos basamos en unos valores donde priman los beneficios sobre la calidad, en los que un grito de Belén Esteban se impone sobre el Séptimo Arte, un debate sobre el estado de la nación o simplemente una entretenida serie; si estamos ante la princesa del Pueblo, me compadezco de estos súbditos en horas bajas y con imperante necesidad de sublevación.

Nos resignamos a soportar una parrilla de Telecinco que tras las mañanas con Ana Rosa Quintana, nada que achacar a una experimentada periodista, nos ponen la degradación entre sexos de Mujeres, Hombres y Viceversa, para continuar con el teatrillo sobre los litigios (o vergüenzas) de familiares y amigos en De Buena Ley, seguido de un interminable y exitoso Sálvame de 4 horas para acabar con cualquier programa similar como La Caja o Enemigos Íntimos; su nombre lo dice todo.

Obviamos repasar días señalados, como fines de semana, en los que se complementa con otra ración de Sálvame, esta vez con la denominación Deluxe, un extra de Enemigos Íntimos o la emisión de uno de los programas más denigrantes vistos en la televisión, El Juego de tu Vida, llegando a una cifra de emisión de los denominados «programas basura» de más de 14 horas. En este concurso de sugerente nombre, El Juego de tu Vida, los concursantes deben someterse a un test de la verdad mientras la presentadora les hace preguntas envueltas en un halo de misterio del tipo: «¿Si tu padre necesitara un riñón para vivir, se lo donarías?», «¿Has sido infiel a tu marido con dos de sus mejores amigos?» o ¿Te estás gastando los ahorros familiares en alcohol y prostitutas? A todo este tipo de preguntas las respuestas suelen ser afirmativas, con las consiguientes caras de circunstancias de familiares, amigos y parejas; «obligados» a presenciarlo en primera fila. Finalmente, tras ver que hasta los informativos basan su atractivo en sensacionalismos o expresiones que nos hacen pensar en el fin del mundo, sólo nos queda pasar por la fase de resignación.

Pero la tendencia de Telecinco a llevarlo todo al extremo no queda ahí, desde el estreno del primer Gran Hermano, la cadena nos ha inundado no sólo con más de doce ediciones más, sino con un sin fin de formatos de telerrealidad como la Casa de tu Vida,  Supervivientes, Hotel Glam, Pop Star, Vivo Cantando, Gran Hermano Vip, El Reencuentro u Operación Triunfo.

Que nos perdone el señor Vasile pero su teoría sobre la televisión que produce beneficios puede ser lícita, pero moralmente reprochable. Encender nuestra tele y encontrarnos los gritos e insultos de colaboradores de Sálvame sobre cualquier tema banal, no me creo que exista material válido para hacer un programa diario de cuatro horas, me niego; o ver «la vida en directo» de un grupo de desconocidos  para saber cuándo y cómo se pelean o simplemente ver a que hora van al baño, parece un tipo de prostitución televisiva que al espectador debe abrirle los ojos tarde o temprano. Podríamos llegar a entender que en la pluralidad de este género cabe todo, pero es casi físicamente imposible que todo quepa en la parrilla de una sola cadena…

Por otro lado, sería absurdo dirigir las críticas hacia un único foco del problema. Lo cierto es que todo parte de una sociedad desinformada y conformista, acostumbrada a tragar porque «es lo que hay» y que demuestra muy pocas ganas de conocer lo que es un término, aunque sea de refilón, denominado contenido de calidad.

La única esperanza la buscamos en que como las economías mundiales, y eso podemos verlo en este estado continuo y casi interminable de crisis, la televisión tenga también una vida cíclica y necesite de una fuerte caída para resurgir con fuerzas renovadas. Que un desplome proporcione otro orden de contenidos que ayude a utilizar un medio de posibilidades tan infinitas tanto para el empleado como para el espectador. Un género, el televisivo, que aúna los mayores beneficios del resto de medios pero que hoy día lo hacemos muy muy limitado.